viernes, 8 de marzo de 2013

Guerilla Open Access Manifesto


We want access, motherfuckers!!
Todos supimos de la muerte de Aaron Swartz por luchar por el Conocimiento Libre. Pero quizás no muchos se hayan preocupado en indagar un poco más en lo que defendía. El escenario de Internet ha cambiado radicalmente en los últimos años. Navegamos en Internet remolcados por donde quieren que naveguemos. Mientras que mares de información se nos ocultan o nos hacen pagar cantidades abusivas. Este manifiesto fue escrito hace cinco años. Sí, tanto tiempo y seguimos sumidos en la ignorancia frente a muchas cosas.
El conocimiento es libre, esa es la cultura de la Red, de los hackers. Y por ello desde hace decadas la comunidad hacker ha sido perseguida por instituciones gubernamentales. Pero nosotros tenemos ideales, ellos avaricia y egoismo,citando a The Mentor(1986) – The Hacker Manifesto: “Hacemos uso de un servicio que ya existe sin pagar por lo que podia ser jodidamente barato si no fuese dirigido por glotones capitalistas, y tu nos llamas criminales.”
Por eso os ofrecemos el Guerrilla Open Access Manifesto traducido al castellano, para que al menos te surjan dudas y desconfíes cuando entras en Internet.
Guerrilla Open Access Manifesto
La Información es poder. Pero como todo poder, hay quienes lo quieren para ellos mismos. Toda la herencia cultural y el conocimiento científico, publicado a través los tiempos en libros y publicaciones científicas, está siendo digitalizado y encerrado (cada vez más) por unas pocas corporaciones privadas. ¿Quieres leer los artículos de los más famosos resultados científicos? Necesitarás enviar enormes cantidades de dinero a editoriales como Reed Elsevier.
Hay quienes pelean para cambiar esto. El Open Access Movement ha peleado valientemente para asegurar que los científicos no firman sus derechos de autoría, si no que se aseguran que su trabajo sea publicado en Internet, bajo fórmulas que garanticen a cualquiera su acceso. Pero incluso en ésos escenarios, su trabajo se aplicará en cosas publicadas en el futuro. Por tanto, todo lo anterior hasta ahora se ha perdido.
Eso es un alto precio a pagar. ¿Obligar a los académicos pagar dinero para leer el trabajo de sus colegas? ¿Escanear librerías enteras pero sólo permitir a tus compañeros de Google leerlos? ¿Proveer artículos científicos a aquellos de las élites universitarias del Primer Mundo, pero no a los niños del Sur Global? Es abusivo e inaceptable.
“Estoy de acuerdo”, dirán muchos, “pero, ¿qué puedo hacer? Las compañías que conservan los derechos de autor, que hacen enormes cantidades de dinero poniendo precio al acceso, y sus perfectamente legales – no hay nada que podamos hacer para pararlos.” Pero hay algo que sí podemos hacer, algo que se está haciendo ya: podemos contraatacar.
Aquellos con acceso a ésos recursos -estudiantes, bibliotecarios, científicos- tenéis un privilegio. Podéis alimentaros de toda ésta fuente de conocimiento mientras el resto del mundo está bloqueado. Pero no es necesario -moralmente- que mantengáis ése privilegio para vosotros mismos. Tenéis el deber de compartir ése conocimiento con el resto del mundo. Debéis hacerlo: compartir contraseñas con tus colegas, cumplimentar formularios de descarga para tus amigos.
Mientras tanto, aquellos que han estado bloqueados no se han estado quietos. Habéis estado fisgoneando a través de agujeros y salvando obstáculos, liberando información bloqueada por los editores y compartiéndola con vuestros amigos.
Pero toda ésta acción se produce en la oscuridad, oculta bajo tierra. Lo denominan robar o piratería, como si compartir la riqueza del conocimiento fuera el equivalente moral a bombardear un barco y asesinar a su tripulación. Pero compartir no es inmoral, es un imperativo moral. Sólo aquellos cegados por la avaricia impedirían a un amigo hacer una copia.
Grandes corporaciones, por supuesto, están cegadas por la avaricia. Las leyes bajo las cuales operan lo requieren, sus accionistas se rebelarían con menos. Y los políticos que las han permitido, aprueban leyes dándoles el poder exclusivo para decidir quién puede hacer copias.
No hay justicia si hay leyes injustas. Es el momento de acercarse a la luz y, en la gran tradición de la desobediencia civil, declarar nuestra oposición a este robo privado de la cultura pública.
Necesitamos obtener ésa información, en cualquier lugar en el que esté almacenada, elaborar nuestras copias y compartirlas con el resto del mundo. Necesitamos coger aquello que esté fuera del copyright y añadirlo en el archivo. Necesitamos comprar bases de datos secretas y volcarlas en la Red. Necesitamos descargar las publicaciones científicas y subirlas a redes de intercambio de archivos. Necesitamos pelear por la Guerrilla del Open Access.
Algunos de nosotros, en todo el mundo, no sólo vamos a mandar un fuerte mensaje de oposición a la privatización del conocimiento, vamos a hacer que sea una cosa del pasado. ¿Te unirás a nosotros?
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